lunes, 13 de julio de 2015

Paseo de domingo

Náufrago el callejón de los pícaros,
con las ilusiones rasgadas y pies descalzos,
un niño dormido vive para poder sobrevivir.
Su despertar no tiene oportunidades
de ser o no ser feliz.
Testigo de ausencia de caricias
y abundancia de hambres y no tengo,
espera un pequeño cambio de sentido
bajo la pendiente que lo empuja a demolerse.
Nadie se da por aludido.
Una moneda alivia los espasmos de conciencia,
una disculpa… un perdón... son imposibles.
No sea cosa que su natural tristeza
nos suelde un estado de desazón
y nos arruine el paseo de domingo.



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