Hay
seres que, simples e imperfectos, acumulan recuerdos,
prisioneros
de una vieja venganza.
Se
ven arquetipos de la alienación a tiempo completo,
lo de ellos no son historias de amor.
Cautivos
en los laberintos de burocracia,
con
muy poco apego a las tradiciones,
arrastran
su peculiar estilo de mística religiosidad
como
resultado de su propia experiencia.
Esas
lacónicas pesadillas que los hunden en el drama
de
un profundo abatimiento,
donde
la desesperación y el absurdo
los
asaltan en las últimas fronteras terrenales.
Esclavos
fieles de su punto de vista más íntimo,
(la
tradición romántica del mal)
como
fundamento de su perseguida inspiración
solo
desean trascender, quitar el aura de lo infinito
a
los demonios que los sumieron en el desamparo,
estereotipados
en una figura solitaria.
Ermitaños
y aburridos pierden el tiempo en esas tonterías de una noche,
mientras la vida se vive en otro lado.
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