miércoles, 29 de julio de 2015

Nihilista

Enjauló a su primer amor
y se fue a vivir con dos desconocidos al noroeste.
Converso al más acérrimo nihilismo,
creyendo que esa era su vocación, quedó desorientado.
Tuvo un modesto empleo
con una dama de rumbo extraño y manejo raro,
su descanso y único recreo fue un enfriamiento invernal
en las afueras de un gris Madrid en diciembre.
Gozó de días iracundos
hasta que se inventó un pasatiempo de ruleta rusa.
Todavía está intentado un día poder perder.




Ilustración: "Estudiante nihilista" - Ilya Repin


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