Al fin te encuentro pobre corazón.
¿Dónde te había olvidado?
¿En qué limbo te había dejado?
¿En qué momento te olvidé en un rincón?
Ausente
de latidos te buscaba,
vivir
sin ti era imposible,
sumergido
en tristeza insostenible
a gritos en silencio te llamaba.
Para darle calor a los sentidos,
vague de uno a otro lugar,
preguntando por ti sin cesar
tratando de hallarte en los sonidos.
Y estabas allí, en el fondo de mi pecho,
aguardando como un templario
que retornara de mi descuido involuntario,
para acompañarme, en la vida, otro trecho.
¡Cuántas veces el corazón espera! y lo mejor, lo hace en silencio profundo.
ResponderEliminar