domingo, 26 de junio de 2016

Manada de deseos



Vago en penumbras, balbuceante e insistente.
Me reconozco como ajeno sobre las ruinas de mi mismo
y contra los vientos del latido y la rutina.
Ingenua torpeza intentar superar el canto de los pájaros
y como diablas encendidas, las madrugadas de sus ojos.
Hombre del sur de piel agreste, apenado, contemplo
mi tiempo pasar por este mundo desordenado,
como serpentina deambulando recovecos
desde las tres de la madrugada hasta el sin tiempo
que logra burlarme con su egoísmo más feroz.
Sigo vagando, pues me estoy acostumbrando a la ansiedad,
esa manada de deseos que retoza entre las sombras,
esperando que alguien me acapare entre sus manos.

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