jueves, 2 de junio de 2016

Prométeme




No he dejado huellas recordándote,
pero aun ausente quisiera regalarte
mis libros y mis almohadas. Tal vez,
y solo tal vez, llegues a leer los libros.
No sé si vale la pena que pruebes
de utilizar alguna vez las almohadas.
Lo digo porque hoy tus ojos, esos ojos
que me deshacían, no son los mismos.
Pero, sin saber cuándo ni cómo, por azar,
llegas a encontrar que tu rostro se apoya
en las que ayer nos sirvieran de cabeceras,
no encontraras ni mi aroma ni mi esencia.
Solo estará la itinerancia de un nosotros
absolviendo los antiguos pecados (y los nuevos)
en el silencio de las palabras no dichas.
Prométeme que si ello por accidente ocurre,
intentaras la aventura de leer mis libros.
alejando de tu memoria el rayo de mí espera.

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