El tiempo ocultó los gemidos,
en la almohada aun existe
tu presencia hecha perfume.
Embriagan pizcas de tu sonrisa
el fresco que trae la mañana.
Mis ojos, sin prisa alguna,
interrogan aquellas preguntas
que lo cóncavo de tu cuerpo
dejó sobre el revuelto lecho.
Detalles íntimos surgen por doquier,
tu ausencia sigue siendo
una presencia que juguetea,
fresca y plena de dulce sabor,
como un melodioso rocío.
Voluble, tu matriz de hembra
aún reina en la palma de mi mano.
Mi sangre se complace
recordando el ritual nocturno
y, burbujeante, se atropella
Precioso poema, la imaginación vuela en el ángulo del amor y la pasión. E. L.
ResponderEliminarPalabras mágicas que denotan pielago tibio.
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