Estar en lo alto, con el viento más alto, como gaviota.
Las sensaciones excitándose por continuas oleadas,
como el mar y sus inagotables efusiones de mareas.
Permitir una sombra sobre la tierra y correr tras ella.
Extender las manos y acariciar de a una las nubes,
y desde ese infinito reconocer la pequeñez que somos.
Somos pequeños ante el enorme universo, una nubecilla.
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