En el atardecer lento, ondulando entre sombras y luces,
el horizonte es la sombra de una larga pena sentada.
Manojos de recuerdos escalan esas noches latentes,
vagan alrededor y en silencio viejas cicatrices de olvido.
Escapan de sus mazmorras los sueños, y el viento
los empuja en la distancia como antiguos amantes tristes.
En la punta de los dedos se aturde el deseo de abrazarte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario