El vestigio de una mujer lejana
adorna el grato alcázar del sueño.
Un temporal de carne recorre
la melancolía indeleble de su ida.
El vacío es un salmo aciago,
un silencioso y blanco muro
que evoca al cielo envolviendo
el gozo de nuestros regazos.
Ilustración: "Vestigios I" - Consuelo Manrique
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