domingo, 15 de enero de 2017

El Negro (a un amigo en viaje)

Recuerdo tu risa, esa risa que te sacudía
perforando el silencio y los tímpanos,
tus palmas húmedas acompañando tus carcajadas
y la intensidad con que  escondías tus tragedias
en un vapor que tenía mucho de intriga y de misterio.
Con cuidada indiferencia partías el pan,
y lo empapabas en vino escandalizando comensales.
“Son pacatos comemierdas” me respondías
cuando te interrogaba sobre tus provocaciones
y otra vez el desenfado de tu riza atronando
y tu vientre, abultado, bailando al son de cada risotada.
“No te fíes de los que se ríen sin mover la panza,
suelen ser falsos” teorizabas inflexible.
Atrapabas con tu ironía odiosa y recurrente.
Con un toque de Hemingway y mucho de autodidacta
te burlabas de la vida y de tu vida. Mas de tu vida.
Quisiste ser escritor, novelista, librero o editor.
Terminaste siendo solo el “Negro”,
pese a tus cuentos cortos en esa Malaspina inventada,
tu proyecto editorial de la Fabrica del Libro
y las horas en que castigabas tu medio pulmón con habanos.
Decidiste que habías vivido bastante una tarde
y como tantas otras veces iniciaste un viaje
tal vez allá, cuando llegues, abordes algún sarcasmo nuevo.
No sé, ya me contarás cuando nos encontremos.


1 comentario:

  1. A los buenos amigos y a las personas que se ama, nunca se los olvida a pesar de que no estén.

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