Frente
al espejo,
vestido
de hambre y frío,
limpia
las arrugas,
mientras
derrama, por el borde
de su
efímera existencia,
ese nacer
de cada mañana..
Desnuda
con ternura
el terco
miedo al silencio,
para
vivir otro día oblicuo,
con
horas líquidas
que se
esfuman
en el celo
de un suspiro.
Con un
amanecer así, es milagro
que,
por allí,
llegue
a pasar la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario