Las
seis y cincuenta y nueve en punto.
Buena
hora para que llegaras tarde,
o no
llegaras a mí con lejanos pasos.
Y yo
aquí, desvestido, como un perro
guardando
sales de los rocíos fríos.
Aun
así, te quiero en pequeños trozos,
porque
el todo en serio es imposible.
Soy arrepentido
gorrión en suave fuga,
justo
ahora, cuando en mi costado tu aroma
dice
que en punto son las siete horas.
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