Burbujas agitan la piel.
Nocturno desquicio
que traen dulces sueños
en las porfías del lecho.
Cruzando la calle
el ser perfecto observa,
como ángel delirante,
el mundo infinitamente ajeno
que brilla tras la luz
que vibra en la ventana.
Hay momentos en que me siento hurgador de letras muertas, alquimista de consonantes, carpintero de vocales, constructor de palabras sueltas que solas se arman en papel. Y hay momentos en que solo me veo equilibrista de mis pensamientos, sin poder volcar en la pluma frase alguna que refleje la tumultuosa volatilidad de mis alocados sentimientos. Y hay momentos en que me basta pronunciar por lo bajo tu nombre,para saberme vivo. Entero
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