domingo, 20 de noviembre de 2011

Uno

Después de no respirar,
las lágrimas secas
son cuestión de números.
El boato… un desconcierto
que se rompió en la noche.
Música oxidada es lo eterno.
Los pasos de la soledad
deambulan inasibles en el viento,
la decepción esta confinada
por un señor del traje azul y gorra.
Eres uno y no sabes si existes,
el debut de tu memoria astral,
cayó en el insomnio de una bruja
que va por la ciudad con dos gatas.
Voy a llamarte mañana, casi al alba,
sin nombrar la dama de ojos verdes,
a ver si los dos podemos lograr
que el agua quede atrás,
y, tejiendo silencios en el mar,
le dices a la irrealidad de tu dolor:
 aún no me has derrotado.

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