Acariciando libros
y miradas ocultas
venías con falda
en el patio de la escuela.
La tiza manchaba tu pelo
escondiendo celoso
las capullos de tus ojos.
Eras linda para siempre,
despertar del amor juvenil.
Pero por entonces, eso,
no lo supe en mí.
Hay momentos en que me siento hurgador de letras muertas, alquimista de consonantes, carpintero de vocales, constructor de palabras sueltas que solas se arman en papel. Y hay momentos en que solo me veo equilibrista de mis pensamientos, sin poder volcar en la pluma frase alguna que refleje la tumultuosa volatilidad de mis alocados sentimientos. Y hay momentos en que me basta pronunciar por lo bajo tu nombre,para saberme vivo. Entero
quién pudiera volver a esos tiempos...
ResponderEliminarleer este pequeño poema, me recordó esa época feliz :)
cariños
claudia