Quisiera
verte como
aquel día,
vacía de
vergüenzas y pudores,
disfrutando
un tiempo de vivir,
arropada de
pasiones naturales,
pegajosamente
libre de temores.
Desearía dar
ese prolongado salto
a tu país de
arrojos y apetitos,
donde la
satisfacción personal
no es
delito, pecado ni mal sueño,
y la
mirada manos que acarician.
Así,
cuando te viera una próxima vez,
quitaría
significado a los límites,
dejando mi corazón
en ese tiempo
de niños y
de amor sin daños.
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