frágiles
fragmentos de vida.
Retales
de juegos postreros
de
los que no ha
aprendido nada.
Quiso
esperar relojes de arena,
y se perdió
en el laberinto
de estas
calles usadas por nadie.
En
el brevísimo aleteo de un eco,
vuelve
a respirar noches oscuras.
Si
pudiera matar la realidad,
y, después,
cada una de las palabras
con tres cortos
poemas, lo haría.
Pero sólo se
anima a caminar solo,
llevando en
la piel matices del alma,
desarticulado,
en soledad momentánea,
tiene y no
tiene esencias y miserias.
Se queda
mirando luces en el agua,
un capitulo
mas de su mente pequeña.
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