Hace tiempo
ya, un viejo ardor interno,
como una mala
palabra ahogada en silencio,
huye al otro
lado de toda adversa realidad.
Lerdo, conciencia
delirante de la ansiedad,
se escabulle,
de una vez por todas partes,
con la impotencia
espectral de una pesadilla.
Furtivo desgarro
de una lejana sospecha,
etérea perdición de
castas incoherencias,
toma el
camino más oscuro a la nada,
y se
sumerge, cercano y distante a la vez,
en la indeleble inocencia de los dormidos.
Escondido, y
harto de encontrar una razón
a su
amarga noche
de adquirida depresión,
nace
y muere en torpe juego de sombras
en ese azul
de plata contenido en tu breve mirada.
Ante la fuga
de las horas, solo es uncido ermitaño.
Ilustración: "El Ermitaño" - Silvina Wernicke
Llegar a tu blog y leer poesía me ha conmovido mucho. Tienes una forma unica en la palabra como figura del alma y en este poema, herido, dolido logras pegarlo en mi corazón.
ResponderEliminarRegresaré.
Un beso.