En su
jornada, una muchacha,
mañana o
quizá más tarde,
al ver
que te has ido solo,
unirá el
amanecer con el ocaso
con algún
amor de oficina.
Así, se consumirá una vida,
un color para su alma
y el suburbio de la espera.
Luego, te
preguntaras solemne,
como persiguiendo
tú destino,
en donde
estabas ese lunes.
Te fuiste
a mitad del camino,
extraño transitorio
de la vida.
¿Dónde aparecerás
mañana
viajero
de la eterna promesa?
Esta
noche ya no llueve,
es un
buen momento para volver
al abrigo de los mutis del agua,
ampararte
en el fuego aquel
que quiso
ser flor en tu jardín,
y yacer
encadenados todo un hoy.
Ilustración: "Encadenados" - Juan de Avalos
No hay comentarios:
Publicar un comentario