Por
favor, acércate
niña desnuda,
hoja
que lleva el agua,
mujer
pudorosa.
Acércate
a la tierra firme
de
un sueño deseado,
a la
realidad de perderse
en
los aromas del cuerpo,
adicto
de besos mudos,
que arden al atardecer,
ebrios de
esa lagrima azul
que sirve de
consuelo,
como olímpicos
dioses,
al delirio del
viento,
que con un último
suspiro
te busca, tenue
y tierno,
bella entre
sombras.
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