Los claros y oscuros son duendes
que repararan ociosos desamores,
despejando de indecisión a la inocencia.
Alguna anónima religión cae al vacío
espoleada por la creación del fuego.
Nadie habla donde los árboles lloran.
Seres distantes, guardan atisbos de ser
yuxtapuestas victimas de la felicidad,
sin reglas para volver a enamorar.
Tranquilas supremacías animales
fundan un paraíso en otros cuerpos.
Una lágrima es el blanco perfecto
para el destello de la puesta de sol.
Algo sin novedad registra el viento,
la pasión espontanea se va sellando
en mis tatuajes sobre el lienzo de tu exilio.
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