De anteriores cultivos aún quedan en ti arcaicos
rastrojos,
restos de poco valor que fermentan ausencias, menguándote.
Bajo ellos ocultas la feracidad de tu cuerpo y tu
dignidad de mujer.
Déjame ser el arado que prepare la fertilidad de tu suelo
y,
en esta etapa de barbecho, la deje pronta para la siembra.
En tiempo de Barbecho quedan muchos y muchas, y esos rastrojos que son a veces tan difíciles de eliminar. Me gustó pasar por aquí.
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