Murmuro universos sonoros que encierran tu nombre,
veo otros ojos y solo parecen halos pálidos de farolas.
Observo otros cuerpos, y se derrumban vertiginosos
si el tuyo se atreve a infiltrarse, intermitente, en mi
mente.
En mis momentos, solo tu voz me canturrea al tímpano,
si hablo, las palabras pronunciadas están mojadas de ti.
Nómada, con mi voz a cuestas, no oso pronunciar tu nombre
para no caer en la embriaguez que prometen tus caderas.
Tu aroma, que siempre ha perseguido mis pasos, sobrevive
a todas las distancias y los vientos y presuroso me
atrapa,
en esta manía de querer perderte en el silencio. y no
lograrlo.
Qué maravilloso poema calando en lo más hondo del corazón.
ResponderEliminarSu melancólico eco en la dosis justa.
Mil besitos.
Atrapante! divino.
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