Mis ojos se derraman en el redondo vergel
que cultivan tus carnes, añorando tú cálida
y hermética
entraña. Entiérrame de una vez
en esos montes queridos y piérdeme en ellos.
Necesito respirar en ti del aire su pureza,
explorar los límites y
el torrente de tus arroyos.
Dormido en tu arena quiero reponer fuerzas,
y lento, cortar caminos para rasgar tu tierra
con el húmedo crujir de mi incauta vigilia.
Evítame el desaliento regalándome tu sonrisa
en este día en que la tarde, lenta, envejece.
Ilustración: s/n - Katerina Belkina
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