Envuelto en una burbuja de olvidos,
abrazado por unas alas de mentiras,
congelando el tiempo entre cenizas,
ignorado por la voluntad transeúnte,
en el borde de una carretera azul,
jugando a ser un hombre sin apodos,
una deidad saturada de humo y hambre,
yacente en un lugar lejano y solitario,
de su interior proyectando sombras,
sintiendo el abstracto frío del abandono
en la transparencia de las miradas
que perturbadas se niegan a verlo.
Solo, distante e impedido de volar,
deja morir la esperanza en una sinfonía.
Anuda música y poesía de su pasado
y alarga la torpeza de ser solo algo en la calle.
una deidad saturada de burbuja y hambre
ResponderEliminar, con una sola frase puedo estar dias...