viernes, 22 de julio de 2016

Tan ella

Abrí la puerta y allí estaban esos ojos,
inconmensurablemente dulces.
Y detrás de los ojos ella, o mejor dicho
lo que de ella asomaba bajo tostados rulos,
pequeños cilindros que iban de la frente
hasta la inocente y caprichosa sonrisa.
Corría trastabillando por debajo de sábanas,
fundas, camisas, pantalones y el resto
de ropa colgada. Tan pequeña,
tan blanca y tan inquieta, tan ella y tan mía.


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