domingo, 24 de julio de 2016

Cuando



Cuando ya no importe el vértigo
y  al borde del infinito acompañemos
el arte de vivir las cercanías.
Cuando las maravillas no sean solo
panoramas que nos muestra internet
y las amistades estén dando vueltas
en la puerta de nuestras casas
y no en el ventanuco del ordenador.
Cuando volvamos a sentir en nuestras manos
el calor de otras manos
y no solo el roce de un teclado o un ratón.
Cuando las conciencias sean carne y sean huesos
y no constelaciones de bytes en algún lado.
Cuando los cañones duerman y los besos suenen.
Cuando el erotismo se disfrute en una cama
y no solo mirando pornografía.
Cuando dejemos de ser navegantes solitarios
pasando horas frente a un monitor.
Cuando el encuentro sea piel con piel.
Cuando vayamos por las calles tomados de la mano
y no dependamos de un insulso “me gusta”,
tal vez entonces, recuperemos algo de lo humano
y juguemos a vivir al aire libre,
nos conozcamos por nombres y apellidos
y vuelva a cobrar sentido el existir más allá de un mero Nick.

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