domingo, 10 de abril de 2016

Desprendimiento

Era hombre de silencios heroicos,
errante inmortal de la esperanza,
inabarcable designio de lo humano,
reo insurgente ante la indiferencia,
fantasma de su propia nostalgia.
Casi llegando a los sesenta y pico,
se le plantó un recuerdo alternativo
en algún exclusivo soplo de soledad.
Incapaz de apartarse de lo imposible
se fue tras él por barriadas y estiajes
a descubrir la ciudad y sus colores.
Sucedió por allí, en una tarde en mayo.
Su casualidad no tuvo ninguna despedida,
fue un desprendimiento o un dulce suicidio,
una tibia ironía conceptual del corazón.
Milagro absurdo de un nómada esclavo
de eso que muchos otros llaman destino.


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