viernes, 8 de abril de 2016

Lúgubre


Calles, calles, calles, calles y el puerto.
Calles, calles, y mas allá el cementerio.
Lugares de partidas y entre ellos las calles.
Entre ambos la vida que va lenta, que se acorta,
mientras permite que vayamos buscando
una fábrica de barro en donde modelarnos
o esa pluma dorada que permita detallarnos.
Hacer de nosotros una brizna para recordar.
Vamos acaparando alegrías, llanto, glorias,
recuerdos inofensivos, noches imaginarias,
la envidia de la luna, algún arcano y la vida.
Esa vida que habitamos casi saltando al vacío
desde el hoy cotidiano a un mañana obligado,
desconocido, oculto tras la puerta de la duda,
de descifrar si la calle que estamos transitando
tiene como rumbo un puerto o llega al cementerio.

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