jueves, 7 de abril de 2016

Quique

Si alguien diría que desde antes de fundarse el pueblo ya estaba, seguramente le creerían. Quique, siempre estuvo, está y estará.
No hay cumpleaños, casamiento, celebración, acto patrio, desfile, festival de lo que sea, artista que se presente, partido de futbol que se juegue donde no esté Quique.
Nadie sabe cuando nació Quique, mucho menos qué edad tiene, pero todos saben que desde que aprendió a caminar Quique y la calle son una sola cosa.
Metido en unos pantalones que siempre le quedan grandes, atados con un piolín, una soga, algún viejo cinturón que vaya uno a saber que gordo perdió, con ese pulóver o campera ya gastado de tiempo y de uso, sucio a más no poder, sus mocos colgándole por sobre el labio y esa boca que es sonrisa-mueca-gesto pero que no emite más que sonidos guturales, Quique se anda por allí.
Pide un cigarrillo con gestos, con gestos pide comida, se enoja y con gestos insulta, se alegra y baila con gestos, con gestos entra a la iglesia y se para frente al cura y hace gestos como si fuera un director de orquesta y el cura trata de seguir dando la misa como si Quique no estuviera. Pero Quique está y no se va.
Quique no tiene memoria ni nunca la tuvo, no sabe si es ayer, hoy o mañana, ni le interesa saberlo. El solo quiere andar por allí, brille el sol, llueva, nieve o el viento se lleve techos y arboles hasta donde el diablo perdió el poncho. Quique vive en la calle y de la calle.
Nunca se sabe cómo, pero siempre Quique sabe donde hay una reunión, una fiesta, un casamiento, un cumpleaños o un simple acto escolar y sin pedir permiso, como si lo hubieran invitado Quique dice presente, avanza hasta la primera fila, hasta la mesa principal de la reunión y se queda allí mirando sin ver, salvo que haya comida. Porque Quique va por la comida.
Lo demás no importa. Y Quique come y come y come y come, como guardando hasta el próximo acto patrio, desfile, festival de lo que sea.
Alguna vez Quique tuvo madre, seguramente un padre, quizás hermanos y demás parientes, pero Quique siempre anda solo. No le gusta que lo acompañen ni que lo toquen. Si lo tocan Quique escupe, es su única defensa. Si lo tocan Quique es un chulengo[1], un guanaco chiquito que escupe. Y escupe bien y lejos. Escupe cargado como si toda su limitación cerebral, su nada cerebral, su ausencia cerebral tuviese ese único acto reflejo.
Ah! Y los gestos claro. Quique es un gesticulador nato. Pero siempre el mismo y repetido gesto. Ese alzar la mano, brazo, hombro izquierdo velozmente, con la palma apuntando a su cabeza, como quien va a hacer una venia, un saludo militar, pero pasando rápido por su cabeza, muy rápido, como para que el gesto no se detenga.
El tiempo pasa, corre, no se detiene, muchos han llegado y se han ido otros, pero Quique está ahí. Siempre estuvo, está y estará.





[1] Cría de guanaco menor a un año.

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