miércoles, 20 de julio de 2016

Frente a uno mismo


Hay silencios aquí y en todas partes.
A veces, se sienten casi transparentes,
como la bruma del amanecer, o el vaho de la ducha
que abierta de par en par, canta salpicaduras
como graznidos de cuervos o el crepitar de una rama.
El mundo se mece sobre la puesta del sol,
lo crepuscular evapora fisonomías y figuras,
apenas se puede notar la opalescencia de la tarde-noche
en el tiritar vespertino del invierno.
En algún lado un reloj detiene su tictac de pronto.
Un impulso inaudito empuja lo callado,
se expande, cubre la tierra y alcanza el cielo.
Hasta lo vulgar y corriente acata el silenciamiento.
Se está solo frente a uno mismo, y estremece.
Traslúcida, la mente susurra nuestros secretos,
el silencio los expande aquí y por todas partes,
fragmentos de nosotros mismos  brotan en la cerrazón,
nos recorren desconocidos y se echan a andar.
Callada, la fina garúa se perpetúa en ellos.


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