miércoles, 9 de enero de 2019

Nada pido


Lo mío es una vocación terrena,
temporal, cual piel de manzana.
Un viaje de regreso hacia allí,
ese lugar desde el cual no partí.
Forastero amigo de las nubes,
no tengo más que la sabiduría
dictada por los pájaros del agua.
Ocupo el cuerpo de una amante
a la sombra de un exilio marino.
Nada me pertenece, ni la soledad
habitada por gaviotas y el viento.
Nada pido, pues todo ya lo tengo
en el vago paraíso que invita la luna.
Recorro sediento constelaciones
y las miniaturas que dibuja el tacto
en los bordes del sexo enamorado.

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