Entre las muchas cosas que tendremos,
estarán los recuerdos y sus malas jugadas,
las extrañas formas que guarda, en el tiempo,
la infidelidad perdida de lo que no es amor.
Al fin y al cabo, lo nuestro solo es contagio
satisfecho, despacio, en alcobas cerradas.
Un exceso pluscuamperfecto de amor cortés,
un tránsito repetido por los lugares marcados
por esos lunares que detallan la geografía
de lo sensual y lo permitido entre nosotros dos.
Tal vez, también nos quede un aroma delgado
o un violento perfume espeso de sombras,
cuando apagado el caudal de fiebre y sudor,
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