Concesión de
silencios, encuentro
alrededor de
tu cuerpo en vértigo.
A ojos
cerrados, sé que eres tú,
como
adrenalina en trascendencia,
alborada
cultural de agua salada,
en
tus ataques de lluvia
hormonal.
El camino
rojo a tu bruñido deseo,
al revés de
otros humores humanos,
es más
que una señal o algo de ti.
Es
un claro eco de noche perfecta,
es ley
cardinal, en torno al laberinto
donde todo
es mejor que un puede ser.
Allí,
concurre la esencia de todo lo que es.
Crecientes
y menguantes se repiten,
con ansias, en
todo tus aledaños,
en tanto mis
manos, haciendo, se duermen
en los
acantilados de tus variaciones.
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