Desando
mis pasos por escaleras recorridas,
ascendiendo
y descendiendo en la espera,
todo puede
ser el prologo de mi vida o al revés.
Yo te miraba,
como esos sueños que nos persiguen.
Solo eso. En
silencio. Con aquel áspero sentimiento,
de color
cetrino, que ahora ya no sé ni cómo decirlo,
solo lo voy
viviendo en venganzas insaciables,
embriagadas
de un color que todavía debe aguardar.
Cuando
converso conmigo, escucho mi mudez,
y el espectro de tu ausencia es una isla yerma,
una
aldea en la tierra del desgarro y el desinterés.
Quien sabe,
si tu mutismo de Venus, aprisionada en
barro,
no es más
que otro peldaño en el que pienso y siento.
Si seguramente, es lo más probable. Qué más podría ser.
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