El fantasma
del estanque miró la luna,
en el
firmamento, nubes oscuras la escondían.
El
humo del fin de los todos tiempos
tendió secretas claves para
los dos seres,
y aquellos
milagreros que lo saben todo,
reunidos en
coro al pie de astrales conjuros,
buscaron
pócimas para superar el obstáculo.
Vísceras de un
mar, azules perlas de quimeras,
una rosa
florecida del beso, un presente de marfil,
se fueron
volcando en el prado nocturnal
para
resolver el oráculo que acercara lo distante.
La voz del
viento, despejó los nimbos de los cielos,
y
encaracolada en la hora mas fría de la noche,
Selene, se
reflejo en el espejo pálido del espectro.
Un amor
confuso, ondulo las aguas, en la superficie.
Me encantó Seroma.
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