sábado, 26 de mayo de 2012

Lunares

Pude haber cambiado el mundo
en intentos de acariciar estrellas,
pero me pudieron los perfumes
de esos cielos de mandarinas,
que prometía una muchacha
en la calle con sabor de caramelo.
No me regaló la luna de su gesto,
ni se llevó mi alma ni mi cuerpo.
Continúe hurgando alcobas apuradas,
atisbando, con ojos pensadores,
hasta, fatal, caer en el infierno
de los tres lunares de tu pantorrilla.
Así estoy, prisionero dentro de ti,
sin transmutar nada del mundo,
encerrado en el encanto de tu exilio,
olvidado ya de cítricos bálsamos,
buscando lo que sea que me atrapa,
en este perfecto y creado equilibrio,
que me brinda el anhelo de tu cuerpo

 

Ilustración: "Mandarinas" -  José Miguel Páez 

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