Las escaramuzas,
entre tú y yo,
tienen el
fragor de lo infinito.
Huelen a
jazmín y a sentimiento,
cultivan el
estruendo de lo callado,
se
preludian de imperecedera ternura,
y al
cabo, culminan en renacimientos.
Siempre, son
cosas de nunca acabar
estas
insuperables contiendas nuestras,
perpetuamente
esperando el momento
para
encontrar esos atajos oportunos
donde
desarrollar la conflagración,
hasta
desvanecer
exiguas resistencias,
escasamente
opuestas, a todo pleito,
donde,
inevitable, tu aliento es mi infierno.
Y hacia allí
desciendes, cual un tobogán,
ardida y
ardiente en tus entrañas.
Bajo el
manto eterno de las victorias,
agotados
luchadores, nos confundimos
en un pequeño y
acurrucado espacio
a negociar
nuestros tratados de paz.
paz es no esperar...escribí alguna vez...buen poema,muy bueno!
ResponderEliminarla vida siempre, te da otra vuelta mas!
un saludo,
lidia-la escriba
blog actual...no se porque se lo digo!