Mis
pensamientos bordean la locura.
Creo que son
vivencias de un espíritu
que, cansado
de ser notorio en el desierto,
decidió
juzgarme dormido, y darme sueños
en una senda
destinada a ser o no ser.
A falta de
otras mejores búsquedas,
se disfrazó
de capricho con verdes ojos,
me regala
sueños con cúrcuma, jengibre
y exquisita
canela de montes trasmontanos.
No
me visita de
domingo ni en festivos días,
pero promete
volver, cuando la tierra haya girado
noventa
veces nueve tras de mi sombra.
Mientras
lo espero en las nostalgias de una tarde,
aprendo
rápido a verte escondida, en el todo
que prometen
las siluetas de tu sonrisa
colmando la
rebeldía de mi excéntrico pensar.
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