A salvo de
toda ajena condena final,
el
silencio invade la sirga del río,
apenas
se rencuentra
la luna en el agua,
y la primer
estrella de la tarde, se baña
promiscua e
insolente, en la libertad secreta
del éxtasis
nocturno que llega invadiendo.
Vaivenes de
la corriente, dejan volver a nacer
amores
ocultos, aunque septiembre este lejos.
Un sueño y
su fortuna solo quieren vestirse de ti.
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