Cuando ya no te pienso,
el efecto es muy corto,
porque existo, cómplice
de esos ávidos demonios
que te encauzan hasta mí.
Como culparlos? Si fueron,
en un principio, ángeles
que depositaron tu cuerpo
en un punto de mi cama.
Hay momentos en que me siento hurgador de letras muertas, alquimista de consonantes, carpintero de vocales, constructor de palabras sueltas que solas se arman en papel. Y hay momentos en que solo me veo equilibrista de mis pensamientos, sin poder volcar en la pluma frase alguna que refleje la tumultuosa volatilidad de mis alocados sentimientos. Y hay momentos en que me basta pronunciar por lo bajo tu nombre,para saberme vivo. Entero
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