Se terminó el segundo año, un poco aburridón
en mis recuerdos, sobre todo por cómo se perfiló del tercero en adelante.
A este llegue atravesando la consabida valla
de tres materias a diciembre (no recuerdo si alguna a marzo) entre las que
estaba Francés (histórica) y seguramente Matemática y alguna otra
"difícil".
A tercer año íbamos, en los famosos ómnibus
rusos, a la mañana era sencillo, me levantaba (mis viejos me levantaban a los
gritos) desayunaba y me iba caminando hasta la parada de colectivos que estaba
en la esquina, justo donde en un inmenso potrero (canchita de futbol de los
fines de semana) estaba la susodicha casilla y un edificio que creo era un
transformador de electricidad o algo así, siempre fue un misterio que había
adentro.
Allí los territorios estaban bien
delimitados: la parada de micros para las féminas, todas las del Nacional, las
del Comercial y por supuesto las de las monjas (al principio con su ridículo, perdón
antes me parecía así y hoy también, uniforme gris, con chalequito gris, pollera
hasta los tobillos casi, claro que comparado con las "nuestras" que
las usaban tres cuartas arribas de la rodilla, después con guardapolvo común y
silvestre, como cualquier hijo de vecino), bueno la casilla era de ellas y en
el otro edificio, que por supuesto estaba totalmente cerrado, en la parte de atrás,
no la que da a la calle, los muchachos, el primero en caer casi siempre era un
yugoeslavo del que no me acuerdo el nombre, pero sí que fumaba según decía él
porque tenía asma, después aterrizaban el alemán T., (uno de comercial pero de
promociones anteriores), en negro T., y
creo que también alguien más que todavía no me llega a la memoria y yo.
Luego de las breves y consabidas charlas de
la mañana, aparecía el ómnibus, el ómnibus paraba, dejábamos subir a las chicas
y luego los varones salíamos de nuestra guarida y subíamos. En el ya venían
varios, entre otros Daniel LC, porque dicho vehículo arrancaba creo que desde el
5, pasaba por el barrio Ameghino, donde él vivía, por barrio Paso, barrio San
Martin (allí subía el flaco C. entre otros), Proveeduría, Barrio Militar, su
ruta hasta el Colegio,...
Todos medios dormidos, los que tenían suerte
cabeceaban sentados, los otros agarrados como podían y otros tratando de
sacarle a los libros, las carpetas o al recordado Lerú, los últimos conocimientos
para que no te bocharan desde la primera hora.
Llegada al Colegio normal, sin problemas, con
la ventaja de que si llegabas tarde no te ponían la famosa "media
falta" con que castigaban a los dormidos del Pueblo (decrepitud con la que
los de los campamentos denominábamos a la "ciudad" de Comodoro...
¿habrá habido alguna rivalidad?)
La cosa era a la salida, timbre, bajar las
escaleras corriendo apurados para sentarnos a pavear en la plaza, arrimar algún
filito contra las columnas, esperar que entraran las chicas del normal,
resolver alguna pelea entre enconados
rivales que el fin de semana siguiente se abrazaban en algún asalto o cumple de
15.
Hago un alto en el tema del ómnibus, para
pasar a una anécdota que, aunque fue del año anterior, se refiere a ese antiguo
sistema de resolver diferencias varoniles por medio del rudo arte de los puños.
Un personaje de esa época, hoy abogado, tuvo serias y profundas diferencias de
criterio que ofendieron su alma, su honor y su dignidad de ser humano con otro
personaje y decidieron, fiel a la tradición resolver dichas diferencias a la
salida del colegio.
Obviamente los seguidores de ambos
contendientes hicimos el consabido camino: bajamos las escaleras, doblamos a la
derecha por la veredita, sin pisar el cantero de césped, con destino este hasta
el escenario reñil, justo allí donde la fachada del Colegio doblaba hacia el
mar y que por algún capricho arquitectónico (que a falta de mejor explicación
yo supongo fue hecho adrede para estos fines) en lugar de doblar a 90 grados,
el edificio hacía una L dejando el perímetro perfecto de un ring con ring side incluido
(de parado por supuesto).
Arribados al punto de encuentro... ambos
contendientes comienzan sus fintas, realizan amagues, ensayan cross, oupercat,
uno dos de derecha, uno dos de izquierda, esquives, giros a derecha, giros a la
izquierda y por fin, luego de varios minutos, el hoy abogado arroja un...
¿golpe? con la mano abierta que se posa (textualmente fue así...) sobre el oído
(derecho, izquierdo, elíjanlo Uds.) de su adversario. Este inmediatamente se
toma con ambas manos el referido órgano auditivo externo y al grito de..."así
no vale... me pegaste con aire" abandona la lid declarándose vencido.
Que lo parió!!! Con que saña se resolvían las
cuestiones.
El punto es que pese a este contundente
triunfo, gracias a la sapiencia del destino el vencedor no eligió emular en el
resto de su vida a Mohamed Alí, sino ser un leguleyo, porque de haberlo hecho en
mi deportiva opinión se hubiera muerto de hambre...
Volvamos al tema del regreso a nuestras casas
desde el colegio. Habíamos quedado que estábamos todos los campamenteros papando
moscas esperando el arribo del ómnibus, llega este y se armaba un
"despelote" que ni les cuento, femeniles guardapolvos blancos y
varoniles sacos azules y pantalones grises se empujaban mutuamente para quedar
primeros delante de las puertas del ómnibus que tenía (avanzado los rusos) dos
o tres, bien no recuerdo. Paraba el chofer, todos apiñados delante de la
puerta, generalmente la del medio, meta codazos, pataditas y empujones y el
capanga del micro habría cualquier otra puerta menos donde nos amontonábamos
todos, los más rápidos y agiles conseguían asiento el resto parados.
Y allí comenzaba la tortura. Con el ragú
(otra antigüedad sinónimo de hambre) del mediodía, queriendo llegar al puchero,
uno no veía la hora de sentarse a la mesa. Y que hacía la chiquilinada (masculina
y femenina), cuando el ómnibus llegaba a la parada donde debíamos bajar, te
agarraban entre dos o tres o te quitaban la carpeta y la pasaban a la otra
punta del colectivo y las víctimas tenían que comerse dos o tres paradas mas,
si bajabas en el Barrio Militar, la Proveeduría o Bº San Martín capaz que
terminabas en Bº Ameghino o en Almacenes, y si no tenías un mango en el bolsillo
(cosa frecuente, al menos en mi caso) te tenías que volver caminando.
Bueno más o menos así llegamos al tercer año
y comenzaron las novedades: por empezar nos "enchufaron" a otra división...(se
ve que el brete apretaba y algunos quedaron afuera) y nos subieron un piso, al
segundo, dos primeras aulas contando desde la escalera principal, no la del
fondo, los del comercial, las dos
siguientes (o tres?) los del nacional.
Los futuros peritos se habían tomado una mala
costumbre, en los recreos, mientras que muchos se quedaban en las ventanas
mirando lontananzica, otros se zambullían en los libros para zafar en la hora
siguiente y otros en grupos de dos o tres caminaban por la galería o iban al
baño a fumarse un faso.
Bueno los muchachos del comercial se paraban
a ambos lados de la puerta de sus aulas y en cuanto un nacional pasaba lo
metían para adentro y lo manteaban. Así conocí a Miguel S. cuando intentando
escaparme de Raúl R., Miguelito con su debilidad característica me empujo a su
aula. Después compartimos otras cosas juntos, pero esa manteada me la debe
todavía.
Tercero fue el año en que mi niñez (ya
bastante retrasada) me abandonó y entré en ese período de carencia llamado
adolescencia. Mas libertad, mas salidas.
Los padres ya le prestaban el auto a algunos,
como a Juan Carlos S., un Bell Air, creo que 56, a Cacho P., que se había
quedado a esperarnos desde el año anterior (una Combi VW celeste azulado), a
Ricardo B., un Gordini color Gordini. Llegamos a 14 los varones (ya podíamos
tener un equipo de futbol) 25 las mujeres.
Yo me pasé del grupo de gimnasia común (me
pregunto una cosa, el griego que era profesor, con el que tuve gimnasia los dos
primeros años, primer trimestre gimnasia general, segundo básquet, tercero voleil,
no se dió cuenta que yo era un chicato que no veía el aro? y en voleil no podía
distinguir la pelota hasta que no la tenía sobre los ojos?) al de atletismo.
Tuvimos en Geografía a una profe bajita que
tenía las piernas siempre con curitas? que nos hizo preparar una clase especial
sobre las Malvinas.
Un grupo apoyando la postura argentina, otro
grupo apoyando la inglesa. Yo, que en esa época comenzaba a despertar mi
vocación politiquera, me rompí el lomo fundamentando nuestros derechos sobre
las Islas.
Creo que fue la primera y la única vez que fui
a la biblioteca que estaba en el Ex Hotel de Turismo, hice mapas conté
distancias, un laburo infernal. No recuerdo quien mas estaba en el equipo, y la
profe tomó bando por el grupo inglés, discuto fiero con ella y me manda callar.
Me dió mucha bronca y junto a alguien que hoy es Gerente de no sé que en Aguas
Mendocinas y otro que vive en la Patagonia pero no en Chubut ni más al Sur y
que era hijo de militares, comenzamos a organizar una "huelga de
silencio". Silencio total era la consigna, a la susodicha e imperialista
profesora pro británica.
Habremos sido muy convincentes, porque en la
clase siguiente entra la Profe: "Buenos días chicos", .nada...
silencio...
Cara de sorpresa.... "Buenos días
chicos" nuevamente.... silencio... la Urraca (cariñosa y noble mujer a
quien le debo la vida por no haberme llevado nunca más de tres materias a
diciembre) que era la celadora, también puso cara pero de "acá pasa
algo", cierra la puerta y se va.
No recuerdo a quien llamó primero la profe,
si que en la tanda y no sé en qué orden entraron, Mariana F., Norma B., Chela D.,
creo que Daniel LC, Cacho P., el “milico” R., y obviamente yo.
A todos lo mismo: una pregunta, silencio,
estudió... No... tiene un uno, siéntese... y que pase el siguiente..... hasta
que le tocó el turno a un recién venido al curso de otra división, de apellido portugués
el, que solía usar un saco con un azul diferente al de los demás lo llaman...
pasa.... pregunta la profe..... y se pone a contestar como nunca jamás en su
vida lo había hecho y creo lo volvió a hacer... de corrido vea.... como si
supiera.... a la quinta palabra la profe lo para... Gracias M........ tiene
diez...... sonó el timbre y me lo quería comer crudo... es mas... me le fui al
humo... pero estábamos dentro del aula y ya la celadora estaba en la puerta.
Hoy te tengo que pedir disculpas. Hermano,
eran pasiones juveniles.... ¡¡¡pero me arruinaste la primer huelga que organicé
en mi vida!!!! y con ese trauma encima me fallaron muchas otras más.
Ese año me lleve Francés junto a otras dos
materias y el último día de clase la celadora me llama y me dice que tengo 3 en
el último trimestre (el del incidente) en Geografía y que tengo que rendirla,
rápida observación!!
O la profe era muy perspicaz y se dió cuenta
de que uno de los organizadores de la silenciosa huelga, era yo o alguien se
resfrió y le contó la verdad de la milanesa, la cuestión que quiso convertir la
mesa de diciembre en mi cadalso, (y de haberlo logrado todavía estaría allí rindiendo
geografía seguramente), pero no, una mano benemérita (celadora ella) trocó el 3
en 8, y seguí con mi modesto record de tres materias a examen por año,(gracias
U.).
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