Huyeron
los besos polizones de debajo de la almohada,
partieron
con el suave andar de las promesas no dichas.
Fueron
a esconderse debajo de otra piel, en otra almohada,
abrigando
otras sábanas, apagando canciones de amor
que
se incineraban en labios antes ajenos. Eso pasa.
Ahora
me toca irme a dormir con hambre bajo las ingles,
apagar
tranquilo todas las luces sin que me acosen fantasmas,
cerrar
los ojos sin tener el miedo infantil a tus caricias,
y
sin dejar prendida la luz amarillenta de ese pasillo oscuro
por
donde alzaron vuelo los besos dejando huellas falsas
para
despistarme, por si los quisiera seguir. ¿Para qué?
Ya
estoy grande para jugar a las escondidas. Si. Grande.
Puedo
vivir sin ellos, aunque a oscuras, muerda la almohada.
Impresionante!!
ResponderEliminarMil besitos.
Jugar a las escondidas vale a veces como única alternativa para vencer la soledad y el silencio cuando las circunstancias no son óptimas para gritar el amor que sentimos. Lindo tu poema Buen Día. Eli Castellanos
ResponderEliminar