lunes, 24 de julio de 2017

Contingencia azarosa


Ensayo la contingencia azarosa de enamorarte.
Para escribirte selecciono una a una las letras
que pretendo trasmutar en deslumbrantes alhajas
que arranquen suspiros con cuantía de orgasmos.
Calcino mis labios ensayando mil posibles besos
que logren que tus piernas tiemblen al recibirlos.
El espejo se ha gastado de verme reflejado en él,
probando mil distintas poses que ordenen el caos
de mi figura. Me apropio de los atributos de poetas,
escritores, y todos aquellos sabios del arte de amar,
para que mis palabras te suenen a cantos gregorianos,
a melodías que sacudan tu carne y aviven tus deseos.
En algunas noches, me desvelo pensando en como
mis manos habrán de acariciarte para no romper
la delgadez del posible hilo que me ensamble a ti.
Allí caigo en la devastadora desolación de no saber
si es una sola la manera de tocarte o si existe también
una decimoquinta, la última y definitiva que te haga mía.
Y todo esto es porque dudo, porque en definitiva no se
orear el amor antes de ofrecerlo ni condensar mis miedos
en esas pocas palabras que digan cuanto te quiero.

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