lunes, 10 de julio de 2017

Intimidad


Nuestra intimidad niña, es un ángel desterrado,
de cabellos despeinados y ojos inquietantes,
desecada bajo un sol incapaz de comprenderla.
Un insólito y ancestral gozo de la propia libertad.
Intimidad clandestina con un delirante destino:
ser felices en el tiempo comprimido de un minuto
en el que somos tripulantes de nuestros cuerpos,
navegando  las situaciones más difíciles y punto.
Hasta allí llegamos, luego lo cotidiano y tradicional,
tu maquillaje y tacos altos, mi saco y mi corbata.
Se termina lo real y comienza a vivir la fantasía,
donde no quisiéramos haber entrado nunca,
pero entramos para ser espiados por ojos ajenos,
esos que no se animan a soñar para no estornudar
y salpicar los límites de lo que está bien. Es correcto.
Que nada tiene que ver, niña, con el ángel despeinado
que se acurruca en la almohada de nuestra intimidad.

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