Disfrazado de instante llamé a tu puerta,
me buscaba llamándome por mi nombre.
No hubo respuestas, solo breves resquicios
de que una vez allí, las sílabas de tu cuerpo
gritaron por las orillas de mis anónimos atajos.
Solo frondas escondidas de invisibles cosas.
Disfrazarse de tiempo para contar una historia y a ese olvido cantarle las cuarenta.
ResponderEliminarUn saludo