Desearía
ir perdiendo el sabor
conque
sus dos manos tallan
la
figura hasta lograr el infinito,
y
luego lidian con esos seres
absurdos
del tiempo y la memoria
que
estallan en mis oídos
como
si así se olvidara de todo.
Es
allí cuando su mano tiembla
y se
oculta en el humo,
mientras
clava en mi carne
el
puñal de sus distintos amores.
Sabe
amargo el amor de otros hombres,
es
un gas letal que se respira
aun
cuando sus manos cincelen
maremotos
de átomos solares
con
los que se incendia a sí misma.
Ilustración: "Manos tallando" - R. Pascual
A veces el solo imaginar que puede haber otra persona que pretende al ser que uno ama ´para sí, es letal. Habría que contemplar la idea de que ese imaginar puede ser tan falso como la mentira. Muy buen poema. Buena tarde.
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