Madrugada
náutica tu boca
en
el roce que espera y consigue,
humedecida
con vendavales de sal,
el
beso constructor de pasiones.
Invasores
ejércitos tus dedos,
que
despiertan la espiga temprana
con
esa pequeña conversación
que
cosquillea piel, carne y huesos.
Alquimia
punzante que despierta
un
curioso camino de fuegos,
donde,
la sangre llama sin prefacios
a
los pájaros originales del placer
en
ese ciego amor algo clandestino.
Ilustración: "Alquimia" - Elisa Dejistani
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