Albérgame un minuto
más,
que temo al
mañana si no estas,
y las
hormigas de la impaciencia
peregrinan
en mi contra
sobre el mármol
de tu huella.
Cobíjame en
tu amor menudo,
abre tu
anémona simétrica
para que
roce ágil mi cuerpo,
con una canción
de pájaros
en cielos
tramados de miel.
Arma un
circo de atavío fácil,
donde el
malabarista intrigue
entre los
anillos de fuego,
sobre ese escenario de pugnas
que clausuran
tus sábanas.
Libera, con
cantos eternos,
a lo oscuro
de mis pesadillas,
dibujando
tontos espejismos
que mientan
que siempre estas ahí.
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